Nueva Generación

Somos un ministerio interndenominacional, dedicado a predicar el evangelio, traer personas al nuevo nacimiento en Cristo, discipular y llevar gloria a Dios como fin último.

Fundamento, ejes ministeriales y resultados

El fundamento que sostiene todo lo que somos y hacemos es Cristo. La relación con Dios es la prioridad y base para cada persona que integra el ministerio.

Los ejes troncales que guían nuestra acción son: la oración, formación bíblica, búsqueda de santificación, discipulado, evangelización, iglesia y comunión, y misión y servicio.

Sustentados en Cristo, salvados por Él, y en nuestra comunión con Él, en el ejercicio de cada uno de los ejes ministeriales, buscamos que las personas accedan al nuevo nacimiento, que se conviertan en discípulos de Cristo, y que amen y glorifiquen a Dios en todo tiempo.

Lo que guía nuestro día a día

PROPÓSITO

El propósito de  “Nueva Generación” es glorificar a Dios, buscando que las personas nazcan de nuevo y desarrollen una relación profunda y genuina con Cristo, en amor, alcanzando la madurez espiritual.

Isaías 43:7 (RVR1960): “todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.”
Jeremías 9:24 (LBLA): “mas el que se gloríe, gloríese de esto: de que me entiende y me conoce”

Nuestro foco

VALORES

Nuevo Nacimiento

Lo que nos distingue como cristianos no son reglas ni rituales, sino haber nacido de nuevo en Cristo. Por medio de Él pasamos de muerte a vida espiritual, siendo regenerados y reconciliados con Dios para iniciar un camino de transformación y santidad.

Relación con Dios

El propósito del nuevo nacimiento es volver a tener comunión con Dios. Cristo abrió el acceso al Padre y nos llama a vivir una relación cercana, constante y personal con Él, basada en su amor y gracia.

Santificación

Al creer en Cristo somos apartados para Dios y comienza en nosotros un proceso de transformación progresiva. La santificación no es externa ni ritual, sino interna y genuina, llevándonos cada día a parecernos más a la imagen de Jesús.

Continuo arrepentimiento

Reconocer nuestra condición de pecadores nos conduce a vivir en un arrepentimiento constante. Lejos de ser un acto aislado, es un estilo de vida que nos mantiene humildes, dependientes de Cristo y en verdadera comunión con Dios y con la Iglesia.

Amor

El amor que nos identifica no es humano ni egoísta, sino el amor ágape de Dios: sacrificial, entregado y dispuesto a servir. Amar como Cristo nos amó es el sello que demuestra al mundo que somos sus discípulos.

Compasión

La compasión refleja el corazón de Cristo hacia quienes sufren o están en necesidad. No se trata solo de empatía, sino de actuar movidos por el amor, llevando alivio espiritual, emocional y material a quienes Dios pone en nuestro camino.

Personas

Dios ama a las personas, y Cristo se entregó por ellas. El ministerio no es un fin en sí mismo, sino un medio para servir y edificar a cada persona que Dios pone en nuestras vidas. La Iglesia somos nosotros: pecadores redimidos por gracia y adoptados como hijos.

Integridad

La integridad es vivir de manera coherente con la fe, en lo privado y en lo público. No depende del cargo ni de un título, sino de reflejar el carácter de Cristo en todo lo que hacemos, siendo honestos, justos y fieles a la Palabra de Dios.

Servicio

El llamado de Cristo es a servir, no a ser servidos. Siguiendo su ejemplo, ponemos nuestros dones y talentos al servicio de Dios y de los demás, demostrando amor a través de acciones concretas que edifican y glorifican al Señor.

Respeto

El respeto nace de reconocer que toda persona fue creada a imagen y semejanza de Dios. Implica honrar, valorar y tratar con amor a los demás sin distinción de cultura, origen o condición, mostrando con nuestras palabras y actos la dignidad que Dios les dio.

NUESTRA FE

Carácter de Dios

Creemos en un único Dios verdadero, eterno y perfecto. Él es justo, santo, misericordioso y lleno de amor. Se ha revelado al mundo en Jesucristo y actúa hoy por medio de su Espíritu Santo. Padre, Hijo y Espíritu son un solo Dios, tres personas en perfecta unidad.

Pecado

El hombre se rebeló contra Dios y quedó separado de Él, muerto en sus delitos y pecados. Ningún ser humano es justo por sí mismo; todos hemos pecado y estamos bajo condenación. Sin Cristo, permanecemos bajo la ira de Dios.

Necesidad de salvación

El destino natural del hombre en pecado es la condenación eterna. Pero Dios, en su gracia, envió a Cristo para rescatarnos. Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres, el único camino de salvación y esperanza de vida eterna.

Fe y arrepentimiento

La salvación se recibe al arrepentirse de los pecados y creer en Jesucristo como único Señor y Salvador. Por su sacrificio somos justificados, regenerados y reconciliados con Dios. Pasamos de muerte a vida, y comenzamos un camino de transformación interior.

Relación con Dios

Quien ha nacido de nuevo recibe el llamado a vivir en comunión permanente con el Señor. La salvación no solo cambia nuestro destino eterno, sino también nuestro presente: ahora somos reconciliados y caminamos con Dios día a día.

Iglesia y llamado

La Iglesia es el cuerpo de Cristo y el lugar donde cada creyente cumple una función. Somos llamados a reunirnos, edificarnos mutuamente y predicar el evangelio a todas las naciones. En ella Dios reparte dones para el servicio y la expansión de su Reino.

Vida cristiana

El cristiano no es perfecto, pero cuenta con la gracia de Cristo y el poder del Espíritu para vivir en santidad. Aunque exista lucha contra el pecado, la nueva naturaleza nos impulsa a obedecer a Dios y producir frutos que evidencian nuestra fe.

Eternidad

Quien rechaza a Cristo permanece camino a condenación eterna. Pero quien cree en Él ya no está bajo juicio, sino que tiene vida eterna y la esperanza segura de estar para siempre con Dios. Esta es la promesa que sostiene nuestra fe y nuestra esperanza.